viernes, 22 de marzo de 2013

La pesadilla

Johann Heinrich Füssli. La pesadilla, 1781.

         Es habitual que muchos de nuestros temores se manifiesten de forma inconsciente en nuestras pesadillas. Hasta el siglo XVIII se pensaba que las pesadillas las generaban unos monstruos nocturnos al posarse sobre el pecho de los durmientes (pesadilla deriva de peso). Es precisamente siguiendo esta tradición cómo representa el pintor suizo Füssli su obra La pesadilla, o El íncubo, de 1781.
            Nos presenta una mujer tumbada en su cama, desvanecida y con total ausencia de síntomas vitales. Sobre ella un pequeño demonio encima de su vientre, que dirige una enigmática mirada hacia el espectador, haciéndole partícipe de la escena. En la parte posterior surge la cabeza de un caballo con mirada enloquecida. Las sensaciones que despierta la escena son bastante inquietantes para el observador de la obra, especialmente para aquel público contemporáneo de la realización de la obra. Sin embargo, el cuadro se convirtió en un éxito, y el pintor realizo nuevas versiones del mismo tema. Corresponden a una época en las que se vio fascinado por una temática muy oscura y casi demoníaca, con la representación de fantasmas y visiones infernales.  Su obra sirvió de inspiración para otro gran genio de la pintura como William Blake.

viernes, 11 de enero de 2013

Bacon, entre el delirio y la obsesión

Francis Bacon. Estudio del retrato del papa  Inocencio X de Velázquez, 1953
Francis Bacon. Estudio del retrato del papa
Inocencio X de Velázquez
, 1953.
   Desde el año 1950, el pintor irlandés Francis Bacon se obsesionó con el retrato del Papa Inocencio X que pintó Diego Velázquez en 1650. La obcecación por esta obra no respondía a ningún motivo religioso, sino más bien pictórico, considerándolo uno de los retratos más grandiosos que jamás se hayan pintado. Sin embargo, nunca llegó a observar la obra de forma directa (se encuentra en la Galería Doria Pamphili de Roma), sino únicamente a través de reproducciones, adquiriendo de forma obsesiva cualquier libro, tarjeta postal o lámina en la que apareciese la obra.
      Este cuadro generaba en Bacon un fuerte impacto emotivo y llegó a convertirse en una de las temáticas más recurrentes en el conjunto de su obra, realizando decenas de versiones desde distintos enfoques artísticos. 
     En la primera versión, de 1950, altera el rostro del papa con la incorporación de un alarido sordo y con la sensación de que el tiempo se ha detenido, repitiéndolo después en infinidad ocasiones.
      En los años 60 abandona esta temática, llegando a confesar: "Pensé que el Inocencio X de Velázquez era uno de los retratos más grandiosos del arte mundial y lo usé de modo obsesivo. E intenté -con escaso, escasísimo éxito- hacer registros de él, registros distorsionados. Me arrepiento de ello, porque creo que eran muy estúpidos... porque pienso que aquel cuadro era algo absoluto y que no es posible hacer nada más al respecto".
       De todas las versiones, quizá la más delirante sea la titulada Figura con carne, de 1954, en la que representa a Inocencio X entronizado frente a una sangrienta carcasa de un animal muerto y colgado del techo, que trae recuerdos al Buey desollado de Rembrandt.

Francis Bacon. Figura con carne, 1954
Francis Bacon. Figura con carne, 1954.